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El presidente estadounidense Trump en la Cumbre de la Otan
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Los funcionarios estadounidenses se han quejado durante mucho tiempo de que las naciones europeas dependen demasiado del ejército estadounidense
La Otan está en crisis justo cuando la alianza militar se enfrenta al conflicto más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial.
En una cumbre en La Haya esta semana, los líderes europeos intentaron convencer al presidente Donald Trump de no retirar las tropas y el armamento estadounidenses de la región o retirar la ayuda militar que ayudó a Ucrania a evitar ser invadida por las fuerzas rusas.
Los funcionarios estadounidenses se han quejado durante mucho tiempo de que las naciones europeas dependen demasiado del ejército estadounidense para su propia seguridad. Pero Trump ha ido mucho más allá al cuestionar el pacto de defensa mutua sobre el que se fundó la Otan en 1949. Su advertencia de que Estados Unidos podría no ayudar a los aliados que incumplan sus compromisos de gasto militar ha impulsado a los líderes europeos a actuar.
Los miembros de la Alianza discutían maneras de cumplir con la exigencia de Trump de destinar 5% de la producción económica nacional a defensa, frente a la meta anterior de al menos 2%. Si bien Trump elogió estos esfuerzos , no está claro si serán suficientes para asegurar niveles históricos de participación militar estadounidense en la región. Su secretario de Defensa, Pete Hegseth, declaró en febrero que Estados Unidos ya no era el principal garante de la seguridad en Europa.
Para complicar las cosas, Trump ha mostrado su disposición a usar su influencia en un área para obtener concesiones en otra. La Unión Europea necesita alcanzar un acuerdo comercial con Estados Unidos para principios de julio o se enfrentará a aranceles de importación estadounidenses que afectarían gravemente la economía de la región. Cualquier compromiso que obtengan del presidente estadounidense en materia de defensa podría verse frustrado días después si no le otorgan una victoria en materia comercial .
La Organización del Tratado del Atlántico Norte se fundó para proteger a Europa Occidental de la agresión soviética. El artículo 5 del Tratado de la Otan establece que un ataque contra un miembro se considera un ataque contra todos. Esta cláusula solo se ha activado una vez: tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
La Otan sobrevivió al fin de la Guerra Fría y al colapso del imperio soviético, manteniéndose como la encarnación de la alianza transatlántica de seguridad. Se expandió de sus 12 miembros originales para incluir a las naciones de Europa del Este que anteriormente pertenecían al Pacto de Varsovia. Actualmente cuenta con 32 miembros, con la incorporación de Finlandia en 2023 y Suecia en 2024 en respuesta a la agresión rusa contra Ucrania.
El papel moderno de la Otan ha crecido más allá de la defensa de los miembros de la alianza para incluir operaciones humanitarias, misiones antiterroristas, ciberdefensa, gestión de refugiados y, cada vez más, la respuesta a los desafíos planteados por China y los conflictos en Medio Oriente y el norte de África.
Durante su primera presidencia, de 2017 a 2021, Trump ya cuestionaba el compromiso de Estados Unidos con el Artículo 5 e insinuaba que podría condicionar el apoyo militar a que otros miembros de la Otan asumieran una mayor responsabilidad en su propia defensa. También exigió una mayor participación de la Otan en Oriente Medio, una región tradicionalmente ajena a su competencia, lo que complica aún más su misión y enfoque.
Otro golpe llegó con las incursiones unilaterales de Turquía, miembro de la alianza, en Siria y su decisión de adquirir el sistema de defensa antimisiles S-400 de fabricación rusa, lo que alarmó a algunos socios de la Otan, especialmente a su vecina Grecia. La muerte de soldados turcos a manos de las fuerzas del gobierno sirio, respaldadas por Rusia, puso de relieve las prioridades de seguridad contradictorias entre los miembros de la Otan.
Desde su regreso al cargo, Trump ha reducido el apoyo estadounidense a Ucrania en su guerra para repeler a las fuerzas de ocupación rusas y ha impulsado una paz negociada. La preocupación en Europa es que esto anime al presidente ruso, Vladímir Putin, a convertir a un miembro oriental de la Otan en su próximo objetivo. Putin declaró en 2005 que el colapso de la Unión Soviética "fue la mayor catástrofe política del siglo" y ha dejado claro su deseo de restaurar la histórica esfera de influencia de Rusia.
Incluso si Trump no hubiera ganado un segundo mandato, Europa tendría buenas razones para aumentar el gasto en defensa. El auge de China como potencia militar, con sus planes en la disputada isla de Taiwán , ha aumentado la probabilidad de que Estados Unidos necesite desviar tropas y armamento de largo alcance del Atlántico Norte para librar una guerra en Asia Oriental.
Muchos gobiernos europeos temen que una retirada estadounidense signifique el fin de la OTAN. Estados Unidos es la columna vertebral de la alianza, y su papel dominante no hizo más que aumentar con el aumento del gasto en defensa estadounidense tras los atentados del 11-S.
La mayor parte de la comunidad militar europea carece de experiencia en la planificación o el mando de operaciones combinadas a gran escala que involucren a varias naciones, y los ejércitos nacionales de la región, con escasos recursos financieros, dependen de Estados Unidos para la coordinación y el liderazgo estratégico. Estados Unidos también proporciona importantes recursos militares, como aviones de carga pesada, armamento de largo alcance y capacidades de vigilancia, que impulsan las operaciones y los esfuerzos de disuasión de la Otan.
¿Cuál es la crítica de Trump a los demás miembros de la Otan?
La principal queja de Trump es que la mayoría de los países de la Otan no cumplen con el objetivo de gastar al menos 2% de su producto interior bruto en defensa, un objetivo acordado en 2006 y reafirmado en 2014 tras la anexión de Crimea por parte de Rusia. En una cumbre de 2018, exigió no solo el cumplimiento del objetivo de 2%, sino que propuso duplicarlo hasta 4%.
En su campaña electoral de 2024, Trump revivió esta retórica al declarar que “alentaría a Rusia a hacer lo que le diera la gana” con los miembros de la Otan que no cumplieran con sus obligaciones de gasto, una declaración que fue vista ampliamente como un debilitamiento de la credibilidad del pacto de defensa mutua.
¿Qué están haciendo los países europeos de la OTAN en respuesta a la presión de Estados Unidos? A mediados de 2024, 23 de los 32 miembros de la alianza estaban en camino de cumplir el objetivo de 2% del PIB, un aumento pronunciado respecto de solo tres miembros en 2014. Alemania, que históricamente mantuvo un perfil de defensa bajo, ha eliminado los límites constitucionales al endeudamiento para defensa y ha lanzado una importante modernización de su ejército, comprometiéndose con un fondo militar especial de US$115.000 millones.
En la cumbre de la OTAN en La Haya, los días 24 y 25 de junio, se espera que los líderes nacionales incrementen su objetivo de gasto militar a 5% del PIB, incluyendo 3,5% para el gasto militar básico y un 1,5% para áreas más amplias relacionadas con la seguridad, como la ciberseguridad. La cuestión de qué tipos de gasto serían elegibles y el plazo para alcanzar el objetivo fueron objeto de negociaciones en curso. España obtuvo una exención del objetivo de 5% antes de la cumbre.
La Otan ha renovado su estructura de mando y sus miembros europeos han reforzado sus capacidades de respuesta rápida. La alianza también ha ampliado su competencia para abordar las ciberamenazas y las operaciones espaciales, respondiendo a la antigua petición estadounidense de una Otan más moderna y ágil.
Algunos líderes europeos, incluido el presidente francés Emmanuel Macron, también han pedido una mayor autonomía estratégica para que Europa no dependa excesivamente de la tecnología militar estadounidense. Otros temen que rechazar a los contratistas de armas estadounidenses para el rearme de la región pueda generar antagonismo con Trump, y afirman que el enfoque a corto plazo debería centrarse en preservar lo que queda de la relación transatlántica.
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