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El Nobel de Economía, Paul Samuelson, utilizaba una anécdota para ilustrar un aspecto contraintuitivo del funcionamiento de la economía de mercado. El gobernante de una nación recientemente descolonizada viajó a Estados Unidos en búsqueda de ideas para incorporar al manejo de su gobierno, que había optado por el sistema de planificación central. Expresó el deseo de entrevistar al funcionario gubernamental encargado de garantizar el suministro adecuado y oportuno de bienes de consumo para una ciudad como Nueva York. Sus anfitriones le explicaron que no podrían complacerlo por la sencilla razón que el funcionario mencionado no existía. La abundancia y la diversidad de bienes que se ofrecían en los almacenes de la ciudad eran el resultado de la coordinación espontánea de las decisiones de la multitud de agentes económicos que intervenían en la distribución de bienes y que competían entre sí. El gobierno establecía un marco general de reglas de juego, regulaba la calidad de los productos, evitaba los monopolios y promovía la competencia. Las fuerzas del mercado se encargan de surtir los supermercados con bienes de consumo.
El hecho de que los anaqueles de los supermercados estén abastecidos de productos de calidad y precios razonables es algo que damos por sentado en una economía de mercado. Pero es el resultado de un sistema complejo de interacción de las labores entre quienes producen y quienes comercializan, que no es obvio ni fácil de entender. La importancia de ese sistema para la vida cotidiana de la gente se descubre cuando se intenta reemplazarlo por el control estatal de los medios de producción y distribución. Aparece la escasez y se hace evidente la dificultad para garantizar que se produzca el mismo número de zapatos para el pie izquierdo que los del pie derecho.
Que la estatización conduce a la escasez es algo que tenían claro los habitantes de la Unión Soviética, la sede del socialismo real; es decir, de la economía plenamente estatizada. Bajo ese sistema, el término ‘construcción del socialismo’ era sinónimo con la estatización de la economía. Así lo demuestra el siguiente intercambio en un programa humorístico de oposición denominado Radio Ereván, en el cual un especialista en marxismo respondía a los interrogantes de los participantes.
Pregunta: ¿Es posible construir el socialismo en el Desierto del Sahara?
Respuesta: Afirmativo. No hay razones objetivas que impidan la construcción del socialismo en el Desierto del Sahara. Sabremos que se está logrando ese propósito cuando empiece a escasear la arena.
La implementación en Venezuela del Socialismo del siglo XXI por parte de Hugo Chávez, mediante la expropiación de empresas, la proliferación de controles de precios y la estatización de la actividad productiva tuvo como resultado el desabastecimiento generalizado, la represión y la miseria.
Esta experiencia es relevante para Colombia. El presidente Gustavo Petro está proponiendo adoptar políticas similares a las que causaron el colapso económico en Venezuela.
Así la revolución anarcomunista progresista se nota por el desacople progresivo en la capacidad institucional, la progresividad en los déficit comercial y fiscal junto con la deuda
Frente a un gobierno que pretende reformar la Constitución a su antojo y ha mostrado desdén por los controles de legalidad, toda concesión solo engorda al cocodrilo