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La llegada del Aguardiente Amarillo de la ILC amenaza a las licoreras más pequeñas
Los fabricantes de licores en Meta y Boyacá hablaron sobre el estatus del mercado tras la eliminación de la salvaguarda que tenían las gobernaciones
La llegada del Aguardiente Amarillo de Manzanares a Antioquia, Cundinamarca y Bogotá no ha dejado indiferente a las licoreras más pequeñas del país. De acuerdo con los datos del año pasado, la Licorera del Meta, con el Aguardiente Llanero, y la Licorera de Boyacá, con el Aguardiente Líder, son las del rendimiento más bajo en cuanto a unidades vendidas en el país, entre las ocho industrias departamentales que existen.
“Recibimos esta extraordinaria noticia con mucha alegría ya que podemos regresar a Bogotá y Cundinamarca, que representan el segundo mercado de aguardiente más importante del país, con un consumo aproximado de 15 millones de botellas al año. Tenemos una oportunidad muy grande de ganar mercado, ya que los consumidores conocen la calidad superior del Aguardiente Amarillo de Manzanares”, rescató Diego Angelillis tras el anuncio de la llegada de su aguardiente a la capital del país.
Para Juan Carlos Alfonso, gerente general de la Licorera de Boyacá, “hay algunas licoreras que tienen un músculo financiero mucho más grande para hacer inversiones en promoción y marketing, frente a nosotros que hacemos parte de las licoreras pequeñas de los departamentos. Obviamente, la desventaja es enorme”.
Sin embargo, Alfonso no ve ningún riesgo de liquidar la licorera en el corto o mediano plazo. “Es una licorera que lleva más de 100 años en el mercado colombiano, es una de las más antiguas de Colombia, y la apuesta del gobierno departamental es sacarla adelante”, a pesar de que “tenemos un problema grande, y es que no tenemos los recursos tan grandes como los que tienen las licoreras que tienen la mayor venta en Colombia de aguardientes, y nos va a quedar mucho más difícil llegar a los departamentos, también tendremos nuestra estrategia clara para poder posicionarnos a nuestra manera”, remarcó el gerente de la Licorera de Boyacá.
Sin embargo, no todas las pequeñas licoreras ven la eliminación de la salvaguarda como una desventaja. En el caso de la Licorera del Meta, “la bajada de la salvaguarda puede ser una ventaja porque nosotros nos hemos sostenido en la competencia, porque no la teníamos”, afirmó su gerente general, Luis Alfredo Arias. “Ya llevamos años compitiendo contra Antioquia y Caldas: es duro, nos tienen en aprietos, pero siempre buscamos crecer”, remarco el gerente general de la Licorera del Meta.
La situación de las licoreras de Boyacá y Meta parece mejorar respecto al año pasado, pero no se traduce en un número representativo para el total del mercado. La Industria Licorera de Caldas planea pasar de vender 13 millones de botellas de aguardiente en 2024 a más de 20 millones durante este año.
Mientras tanto, las pequeñas pasarían de comercializar 1,07 millones de unidades a 1,8 millones, gracias, en gran medida, a las cifras de la Licorera de Boyacá. Es decir, a pesar de ese crecimiento, la cantidad de envases es aproximadamente 9% de lo que producen en las cercanías a Manizales.
Para contrarrestar el dominio que tienen tanto la Fábrica de Licores de Antioquia como la Industria Licorera de Caldas, tanto la Licorera de Boyacá como la del Meta deben trazar un plan para continuar funcionando y generando ingresos.
En el caso de la compañía llanera, el objetivo es conseguir convenios en cuatro nuevos departamentos, entre los que están Cundinamarca, Boyacá y Caquetá, para alcanzar las 350.000 botellas anuales.Por su lado, la licorera boyacense, la apostará a la calidadde sus productos para lograr sobrevivir, a largo plazo.
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