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En un entorno global marcado por una volatilidad sin precedentes, el turismo sigue siendo un motor clave de la economía, con flujos anuales que han promediado US$1,5 billones en la última década.
Entre 2015 y 2024, la economía mundial creció a un ritmo de 3,2% anual, aunque este año se prevé una leve desaceleración, con tasas cercanas a 3%. En este escenario, se aprecia un cambio en las tendencias en el que los servicios están avanzando como destino de la inversión, ocupando terreno tradicionalmente dedicado a los bienes.
La inversión en el ámbito de los servicios representa ya 53% y en ella el turismo destaca con US$38.000 millones y una recuperación sólida tras la pandemia. Según datos del Barómetro de ONU Turismo, en 2024 los ingresos turísticos superaron en 4% los récords de 2019 y las previsiones apuntan a un crecimiento de 5% para los próximos años. La inversión extranjera directa en turismo también va en alza. Entre 2022 y 2024 se anunciaron más de 1.000 nuevos proyectos por un valor total de US$34.000 millones, con un crecimiento promedio de un 10% anual. Además, en los primeros meses de 2025, han llegado 82 anuncios por US$3.300 millones.
Dentro del sector, la hotelería sigue siendo el principal receptor, absorbiendo 65% del total, seguida por los parques temáticos (12%) y las actividades culturales y deportivas (6%).
Estados Unidos lidera el ranking de inversores en turismo con cerca de US$6.700 millones en 155 proyectos gracias a la diversificación geográfica y a la capacidad financiera de sus empresas. Le sigue Reino Unido, con US$4.352 millones en 137 proyectos y su apuesta por mercados tradicionales y emergentes.
Cierra el top 3 España, con USD 3.885 millones invertidos en 89 proyectos, destacando por su elección de destinos con potencial de crecimiento, ya que sus empresas han redoblado su apuesta en mercados emergentes como Albania, Tanzania o Colombia sin dejar de invertir en destinos consolidados como República Dominicana. Y esta proyección genera, además, un doble efecto: refuerza su marca y diversifica las fuentes de ingresos.
La diplomacia turística es una potente herramienta: posiciona a España como socio estratégico y destino fiable para inversiones y multiplica las oportunidades para el desarrollo local en los países receptores.
Un ejemplo de ello es precisamente Colombia, donde España es el segundo mayor inversionista extranjero, solo precedido por Estados Unidos, siendo el origen del 16,5% de los flujos. Además, el modelo español de destinos turísticos inteligentes de Segittur, ha resultado un éxito en la medición del desarrollo del sector, pero también el impacto de la innovación. Hoy, Colombia ha logrado adaptar esa metodología en ciudades como Medellín, Bogotá y Cali.
Además, gracias a la potencia de las universidades españolas en la formación técnica en el sector, desde ONU Turismo trabajamos con la Alcaldía de Cartagena y con el Cett Barcelona (escuela técnica en hostelería, turismo y gastronomía) para capacitar a los taxistas en servicio al cliente, y que se conviertan así en embajadores de la ciudad.
La seguridad y la confianza son clave en las relaciones multilaterales y del turismo. Sin duda, España y Colombia, dos países hermanos y aliados, son un ejemplo de que la diplomacia económica y política pueden dar frutos a través del sector más humano de todos: el turismo.
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