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En un país donde muchas veces no se ven las buenas noticias, hay una que recientemente llamó mi atención: el TransMiCable, ese teleférico que cambió a Ciudad Bolívar y que pronto cambiará a San Cristóbal y Potosí, ha sido postulado al Shanghai Award, un reconocimiento internacional otorgado por ONU-Hábitat a las mejores prácticas urbanas centradas en las personas. El TransMiCable compite, ni más ni menos, por ser considerado uno de los proyectos urbanos más transformadores del planeta.
Y es que, aunque muchas veces se hable del TransMiCable en términos de movilidad, su verdadero valor está más allá, está en cómo conecta a quienes antes estaban desconectados, está en la democratización del acceso a servicios básicos, al espacio público, a la ciudad misma. Lo que ha pasado en Ciudad Bolívar desde 2018 es digno de ser contado en cualquier parte del mundo: un sistema de transporte que no solo transporta, sino que cambia y transforma vidas. Personas mayores que antes evitaban salir de casa por temor a largas caminatas o buses llenos, han vuelto a disfrutar de su ciudad; mujeres que antes enfrentaban barreras invisibles para desplazarse, hoy encuentran en el cable aéreo una puerta abierta a Bogotá.
Y no son solo percepciones. Estudios científicos, como el publicado por The Lancet, escrito por investigadores de la Universidad de los Andes, han demostrado que el TransMiCable reduce la exposición a contaminantes, mejora la salud respiratoria y promueve la actividad física diaria. El sistema de teleférico urbano en Ciudad Bolívar es una política pública transformadora con incontables beneficios.
Por eso no sorprende que una delegación del Shanghai Award haya venido hasta Bogotá para conocer de cerca este proyecto. Vinieron a ver cómo una solución local puede ofrecer respuestas globales, porque el urbanismo centrado en las personas cambia vidas, es una necesidad en la que Colombia, su capital, y su TransMiCable tienen mucho que decir y enseñar.
Hoy, mientras las obras del TransMiCable avanzan en San Cristóbal y se alistan en Potosí, el mensaje que lanza Bogotá al mundo es muy potente: es posible construir una mejor movilidad, con un sistema más seguro y ambientalmente responsable, elevando la calidad de vida de millones de personas, con aliados nacionales e internacionales como Doppelmayr, que aportan su experiencia y liderazgo para impulsar este modelo.
La candidatura al Shanghai Award no es solo un reconocimiento técnico. Es una señal de que en medio de nuestras complejidades, hay cosas que estamos haciendo bien, y que esas cosas merecen ser replicadas, mejoradas, multiplicadas.